rancheras: capítulo 9
Acto seguido, disparó una carga sobre Duncan, que acertó de lleno en el brazo, tirándole al suelo. Carlos se vio desapuntado, cogió la guitarra que tenía a sus pies y se abalanzó sobre Duncan para dejarlo fuera de combate. Éste , intentó coger la pistola con la otra mano y dispararle, pero acertó a David. La guitarra cayó sobre el hombro de Duncan que quedaba intacto, soltó un grito y dejó caer el arma.
La guitarra chocó contra al suelo y se rompió. Duncan, sin darse por vencido, descargó una patada desde el suelo que dio en el diafragma de Carlos, dejándole sin respiración y retorciéndose por el suelo. La única en pie era Lorena, que lloraba desconsolada. Duncan se incorporó y chutó la pistola que se le había caído hacia el fondo del pasillo, donde Carlos, que parecía neutralizado, pudiera cogerla.
La guitarra rota causó una reacción en la pareja.
-¿Esta no era la guitarra del desgraciado este?
-¿Y la cocaína?- dijeron al unísono.
-No había cocaína -respondió primero Duncan. -Había el número de una pequeña cuenta corriente, para que tú y yo pudiéramos rehacer nuestra vida en Italia, junto con las joyas robadas de Roberto.
-Y meternos más en esta mierda de vida, ¿no? Sabes que yo jugué a criminales porque estaba enamorada de ti como una chiquilla... Pero ya estoy cansada, y me quise ir con el rubito, como tú le llamas. Y lo de la guitarra, te engañé -en sus palabras se notaba la furia. -Durante el apagón que causaste, cambié por tercera vez las guitarras: le dimos la guitarra de la supuesta droga al mariachi para que empezara a tocar, vino el apagón, la dejó sobre una silla y la volví a cambiar por la suya, que fue la que te llevaste. Yo vendía la mercancía de la buena y me iba a Francia yo sola, a empezar de nuevo una vida sin ti, pero el José este se la llevó por tu culpa.
Sonrió malévolamente, con los ojos rojos por el llanto y el maquillaje corrido.
-No entiendo. Aunque José se llevara la guitarra, podrías haberme entregado e irte con la recompensa. Ya sabes que en realidad no tengo a ningún poli como cliente. Te podrías haberte ido a Italia o a Francia, AUNQUE ACABARÍAS POR ARDER EN EL INFIERNO.
Duncan sacó un cuchillo de su gabardina y se lanzó contra ella. Ella disparó en el estómago. Duncan aminoró la marcha y se vino abajo justo en frente suyo, pero Lorena lo cogió en brazos, y se agachó junto a él. Estando los dos en el suelo, dijo:
-No te entregué porque creí que te quería.
Sacó la pistola de la barriga de Duncan y apuntó a su cabeza.
-¡NO! -consiguió chillar Carlos.
Ya era demasiado tarde. Ambos estaban muertos.
Se arrastró como pudo hasta David. Seguía vivo.
-Carlos -dijo susurrando. -Lo de que reconocí la guitarra que llevaste en la fiesta y la ficha de Duncan no es verdad... -Estaba sangrando mucho por uno de sus costados. - El día anterior, Diego... José, quiero decir... Me lo contó todo y dijo que no quería meternos en problemas y que antes prefería su muerte... Podría ser un criminal, un estafador o lo que diablos fuera... Pero era un buen amigo... Me dio esto. Dijo que si algo le sucedía, procuráramos de mantener a su familia... -Sacó una dirección de correo- Si consigues salir con vida de este fregadero -señaló la habitación circundante, con cuerpos y sangre- coge las joyas de Duncan y envíales una parte... La otra envíasela a la familia de mi jefe... que también es buena persona y me hizo caso cuando le advertí de Duncan... Se inventó el número de cuenta... -rió como pudo- El muy tonto no sabe cuantos números tiene una cuenta bancaria, le puso uno de más... -Tosió sangre.
-No sigas hablando... Te pondrás bien... Iremos los dos al entierro de nuestro Diego, y luego al de tu jefe, y cuando haya pasado un tiempo, nos harás reír a mí y a su familia con lo de la cuenta y... Y...
-No lo olvides...
Murió.
La guitarra chocó contra al suelo y se rompió. Duncan, sin darse por vencido, descargó una patada desde el suelo que dio en el diafragma de Carlos, dejándole sin respiración y retorciéndose por el suelo. La única en pie era Lorena, que lloraba desconsolada. Duncan se incorporó y chutó la pistola que se le había caído hacia el fondo del pasillo, donde Carlos, que parecía neutralizado, pudiera cogerla.
La guitarra rota causó una reacción en la pareja.
-¿Esta no era la guitarra del desgraciado este?
-¿Y la cocaína?- dijeron al unísono.
-No había cocaína -respondió primero Duncan. -Había el número de una pequeña cuenta corriente, para que tú y yo pudiéramos rehacer nuestra vida en Italia, junto con las joyas robadas de Roberto.
-Y meternos más en esta mierda de vida, ¿no? Sabes que yo jugué a criminales porque estaba enamorada de ti como una chiquilla... Pero ya estoy cansada, y me quise ir con el rubito, como tú le llamas. Y lo de la guitarra, te engañé -en sus palabras se notaba la furia. -Durante el apagón que causaste, cambié por tercera vez las guitarras: le dimos la guitarra de la supuesta droga al mariachi para que empezara a tocar, vino el apagón, la dejó sobre una silla y la volví a cambiar por la suya, que fue la que te llevaste. Yo vendía la mercancía de la buena y me iba a Francia yo sola, a empezar de nuevo una vida sin ti, pero el José este se la llevó por tu culpa.
Sonrió malévolamente, con los ojos rojos por el llanto y el maquillaje corrido.
-No entiendo. Aunque José se llevara la guitarra, podrías haberme entregado e irte con la recompensa. Ya sabes que en realidad no tengo a ningún poli como cliente. Te podrías haberte ido a Italia o a Francia, AUNQUE ACABARÍAS POR ARDER EN EL INFIERNO.
Duncan sacó un cuchillo de su gabardina y se lanzó contra ella. Ella disparó en el estómago. Duncan aminoró la marcha y se vino abajo justo en frente suyo, pero Lorena lo cogió en brazos, y se agachó junto a él. Estando los dos en el suelo, dijo:
-No te entregué porque creí que te quería.
Sacó la pistola de la barriga de Duncan y apuntó a su cabeza.
-¡NO! -consiguió chillar Carlos.
Ya era demasiado tarde. Ambos estaban muertos.
Se arrastró como pudo hasta David. Seguía vivo.
-Carlos -dijo susurrando. -Lo de que reconocí la guitarra que llevaste en la fiesta y la ficha de Duncan no es verdad... -Estaba sangrando mucho por uno de sus costados. - El día anterior, Diego... José, quiero decir... Me lo contó todo y dijo que no quería meternos en problemas y que antes prefería su muerte... Podría ser un criminal, un estafador o lo que diablos fuera... Pero era un buen amigo... Me dio esto. Dijo que si algo le sucedía, procuráramos de mantener a su familia... -Sacó una dirección de correo- Si consigues salir con vida de este fregadero -señaló la habitación circundante, con cuerpos y sangre- coge las joyas de Duncan y envíales una parte... La otra envíasela a la familia de mi jefe... que también es buena persona y me hizo caso cuando le advertí de Duncan... Se inventó el número de cuenta... -rió como pudo- El muy tonto no sabe cuantos números tiene una cuenta bancaria, le puso uno de más... -Tosió sangre.
-No sigas hablando... Te pondrás bien... Iremos los dos al entierro de nuestro Diego, y luego al de tu jefe, y cuando haya pasado un tiempo, nos harás reír a mí y a su familia con lo de la cuenta y... Y...
-No lo olvides...
Murió.