contes de Sant Jordi

Recopilatorio de todos esos relatos que alguna vez hicimos para participar en concursos de literatura, de toda esa imaginación vertida de bolígrafos escolares, que, al final, de ella y de todo el esfuerzo que supuso plasmarla en folios solamente nos quedaron nudillos pelados y muñecas doloridas. Enviadme vuestras obras (podéis consultar mi perfil).

Nombre:

miércoles, septiembre 26, 2007

rancheras: capítulo 7

-Pobrecillo... No te hizo caso, ¿verdad, cariño? ¿Te desobedeció? Que malo...
A Carlos se le venía el mundo abajo. Le parecía imposible que Diego fuera todo aquéllo. Su mejor amigo desde que se conocieron, hace cinco años, en el metro. Nunca le quiso contar su pasado, pero para nada eso.
-En un caso parecido se encuentra el padre de Laura. Tuvo problemas con la mafia de Méjico, y se vino aquí junto con José. José la lió mucho y por eso siempre ha ido de pobre con trabajos bastante descafeinados. Además no era muy listo. Pero Roberto era un cabecilla que siempre se mojaba lo menos posible. En una ocasión contrató a un matón para que matara al hermano de José, que estaba hasta el cuello de droga y deudas. De ahí que lo odie tanto.
Hay una regla de oro en todo este mundillo: no implicarse nunca emocionalmente, pero los latinos son muy viscerales, la incumplió y tuve que matarle.
Y siguiendo con Roberto, tampoco es el padre de Laura, pero tuvo que hacer ver que lo era, o lo entregábamos. Decía que su hija Laura volvía de sus estudios en Estados Unidos. Nos tenía que servir a ella y a mí para encubrir el robo de droga con tus huellas.
-O sea que no hay ni criadas heridas, ni su padre tiene alzheimer, ni usted entró antes para robar de más, usted no se llama Laura o no tiene el mismo apellido que su supuesto padre... Y las joyas siguen en su sitio, ¿no? ¿Tenían que hacerlo todo tan difícil?
-No, las joyas sí las robé. -Sonrió- Pero la guitarra es la buena.. Se llama Lorena García. Tú sí que sabes mentir mi amor -dijo dando un beso a Lorena sin apartar la pistola de mí-. Somos unos artistas. Y no era tan difícil. No lo hubiera sido si tú no hubieras ido a por tu estúpida guitarra y me hubieras visto saltar desde la cocina, ni si hubiera sabido que José y tú eráis íntimos amigos. En la fiesta no tuve tiempo de ver al resto de tu grupo.
-Por cierto, ¿qué le habías encargado? -preguntó, inocente, Lorena.
-Pues verás cariño, siento decírtelo, pero ya sabes lo poco que me fío de las mujeres, era sólo por si acaso, no te ofendas. Quería asegurarme de que no me mentías. Contraté a José para que robara la otra guitarra, disfrazado de invitado, además de la que robé yo, así no habría equivocación posible. No sabía que era el mismo que tú habías contratado para tocar en la banda de la fiesta. Cuando llamé y me dijo que no la tenía, creí que era porque la había cogido este maldito mariachi, y vine aquí a buscarla, con la dirección que me diste de este piso, que se la diste tú -miró a Carlos. -Vine aquí y me encontré al misterioso recadero haciendo la siesta, y deduje unas cuantas cosas, como que tú y él os conocíais.
Por el interior de Carlos pasaban todo tipo de sensaciones.
-El muy cerdo me mintió y se la había escondido -sacó la guitarra de debajo la cama. Pero ahora ya da igual, tengo la guitarra. Y ahí la tuya, puedes metértela por donde te quepa -Señaló la guitarra que estaba justo a mi lado, que me había pasado desapercibida. La observé fugazmente. No era la mía. No tenía la pequeña grieta en los trastes que solamente yo conocía. Alguno de los dos mentía al otro.
-No, no da igual -intervino Laura. -¿Pero cómo puedes ser tan cretino? Después de todo este tiempo... ¿¿Aún no te fías de mí??
-Todo el mundo quieto.