contes de Sant Jordi

Recopilatorio de todos esos relatos que alguna vez hicimos para participar en concursos de literatura, de toda esa imaginación vertida de bolígrafos escolares, que, al final, de ella y de todo el esfuerzo que supuso plasmarla en folios solamente nos quedaron nudillos pelados y muñecas doloridas. Enviadme vuestras obras (podéis consultar mi perfil).

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lunes, noviembre 12, 2007

rancheras: capítulo 9

Acto seguido, disparó una carga sobre Duncan, que acertó de lleno en el brazo, tirándole al suelo. Carlos se vio desapuntado, cogió la guitarra que tenía a sus pies y se abalanzó sobre Duncan para dejarlo fuera de combate. Éste , intentó coger la pistola con la otra mano y dispararle, pero acertó a David. La guitarra cayó sobre el hombro de Duncan que quedaba intacto, soltó un grito y dejó caer el arma.
La guitarra chocó contra al suelo y se rompió. Duncan, sin darse por vencido, descargó una patada desde el suelo que dio en el diafragma de Carlos, dejándole sin respiración y retorciéndose por el suelo. La única en pie era Lorena, que lloraba desconsolada. Duncan se incorporó y chutó la pistola que se le había caído hacia el fondo del pasillo, donde Carlos, que parecía neutralizado, pudiera cogerla.
La guitarra rota causó una reacción en la pareja.
-¿Esta no era la guitarra del desgraciado este?
-¿Y la cocaína?- dijeron al unísono.
-No había cocaína -respondió primero Duncan. -Había el número de una pequeña cuenta corriente, para que tú y yo pudiéramos rehacer nuestra vida en Italia, junto con las joyas robadas de Roberto.
-Y meternos más en esta mierda de vida, ¿no? Sabes que yo jugué a criminales porque estaba enamorada de ti como una chiquilla... Pero ya estoy cansada, y me quise ir con el rubito, como tú le llamas. Y lo de la guitarra, te engañé -en sus palabras se notaba la furia. -Durante el apagón que causaste, cambié por tercera vez las guitarras: le dimos la guitarra de la supuesta droga al mariachi para que empezara a tocar, vino el apagón, la dejó sobre una silla y la volví a cambiar por la suya, que fue la que te llevaste. Yo vendía la mercancía de la buena y me iba a Francia yo sola, a empezar de nuevo una vida sin ti, pero el José este se la llevó por tu culpa.
Sonrió malévolamente, con los ojos rojos por el llanto y el maquillaje corrido.
-No entiendo. Aunque José se llevara la guitarra, podrías haberme entregado e irte con la recompensa. Ya sabes que en realidad no tengo a ningún poli como cliente. Te podrías haberte ido a Italia o a Francia, AUNQUE ACABARÍAS POR ARDER EN EL INFIERNO.
Duncan sacó un cuchillo de su gabardina y se lanzó contra ella. Ella disparó en el estómago. Duncan aminoró la marcha y se vino abajo justo en frente suyo, pero Lorena lo cogió en brazos, y se agachó junto a él. Estando los dos en el suelo, dijo:
-No te entregué porque creí que te quería.
Sacó la pistola de la barriga de Duncan y apuntó a su cabeza.
-¡NO! -consiguió chillar Carlos.
Ya era demasiado tarde. Ambos estaban muertos.
Se arrastró como pudo hasta David. Seguía vivo.
-Carlos -dijo susurrando. -Lo de que reconocí la guitarra que llevaste en la fiesta y la ficha de Duncan no es verdad... -Estaba sangrando mucho por uno de sus costados. - El día anterior, Diego... José, quiero decir... Me lo contó todo y dijo que no quería meternos en problemas y que antes prefería su muerte... Podría ser un criminal, un estafador o lo que diablos fuera... Pero era un buen amigo... Me dio esto. Dijo que si algo le sucedía, procuráramos de mantener a su familia... -Sacó una dirección de correo- Si consigues salir con vida de este fregadero -señaló la habitación circundante, con cuerpos y sangre- coge las joyas de Duncan y envíales una parte... La otra envíasela a la familia de mi jefe... que también es buena persona y me hizo caso cuando le advertí de Duncan... Se inventó el número de cuenta... -rió como pudo- El muy tonto no sabe cuantos números tiene una cuenta bancaria, le puso uno de más... -Tosió sangre.
-No sigas hablando... Te pondrás bien... Iremos los dos al entierro de nuestro Diego, y luego al de tu jefe, y cuando haya pasado un tiempo, nos harás reír a mí y a su familia con lo de la cuenta y... Y...
-No lo olvides...
Murió.