contes de Sant Jordi

Recopilatorio de todos esos relatos que alguna vez hicimos para participar en concursos de literatura, de toda esa imaginación vertida de bolígrafos escolares, que, al final, de ella y de todo el esfuerzo que supuso plasmarla en folios solamente nos quedaron nudillos pelados y muñecas doloridas. Enviadme vuestras obras (podéis consultar mi perfil).

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viernes, septiembre 14, 2007

rancheras: capítulo 5

-Yo había colocado un matón de seguridad en la habitación de mi padre un pelín antes de las doce, por si Duncan pensaba llevarse algo junto a la guitarra. Pero el muy traidor ha llegado hora y media antes, causando un apagón, como para burlarse de mí, y se ha llevado las joyas de mi madre, que en paz descanse. Pero aún no habíamos tenido tiempo de dar el segundo cambiazo, y el muy cafre se ha llevado la tuya.
-Pero si Duncan se ha equivocado, y ha cogido la mía que no contiene droga, no tengo porqué ayudarla, señorita.
-En primer lugar, Duncan sólo tiene que conseguir un poco de droga, meterla dentro tu guitarra y decir que ha sido obra tuya. La conseguirá prestando sus servicios. Se le puede pagar de casi todas maneras.
Aquella explicación no sonaba muy consistente.
-Y en segundo lugar, si me ayuda, le pago el triple de lo acordado -aquéllo sonaba mucho mejor.- Por supuesto, no debe contarle nada a nadie, ni a tus amigos, que se llaman...
-David y Diego.
-¿Y tú?
-Carlos.
-Bueno, pues encantada.
Por el tono parecía sarcástico. Entretanto, un grupito de pijos había entrado en el bar, con cara de ''¿que hace una tía como ésta con un tipo como éste?''.
-¿Pagamos y nos vamos? -preguntó precipitadamente, por si seguir en ese bar más rato constituïa una amenaza para con su persona.
-Me parece perfecto -dijo ella.

Ya en la calle:
-Entonces la guitarra de la droga sigue en tu casa.
-Sí, pero será mejor que no la saquemos de ahí por el momento. Por cierto, ¿dónde vives?
-Calle Anglesola, 32. Yo, David y Diego vivimos juntos.
-Ya se habrá acabado la fiesta. Ve a tu casa. ¿Tienes mi teléfono? Sí, ¿verdad? Pues llámame sin falta. La semana que viene, a ver si consigo saber algo más de Duncan. Yo me voy. Adiós.

Carlos llegó a su piso para la hora de cenar.
-Hola, ¿qué tal la fiesta?
-Pésima. Esta gente no tiene sentido de la música.
-La cena ya está en la mesa -dijo como saludo Diego.
Tuvieron una cena ligera y se acostaron temprano.
Justo antes de dormirse, Diego le dijo:
-Vas a volver a quedar con esa mujer, ¿verdad? Con Laura, digo. Ve con cuidado...