contes de Sant Jordi

Recopilatorio de todos esos relatos que alguna vez hicimos para participar en concursos de literatura, de toda esa imaginación vertida de bolígrafos escolares, que, al final, de ella y de todo el esfuerzo que supuso plasmarla en folios solamente nos quedaron nudillos pelados y muñecas doloridas. Enviadme vuestras obras (podéis consultar mi perfil).

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viernes, julio 24, 2009

El chico con cuernos y la chica luz

fragmentos del libro incompleto de Amano Wiört Haunsenn, escrito en alguna fecha entre 1210 i la segunda mitad del siglo XIV y descubierto en 2004 en Saarland, Alemania, reordenados para ofrecer una lectura más entendedora. Intercaladamente, he incluído la leyenda del chico con cuernos y la chica luz.


Al fin, el chico con cuernos y la chica luz se encuentran ante la puerta a su libertad. 20 metros de madera noble les separa de cuanto han deseado durante las últimas horas, pues la comida y el agua escasean en el castillo y es imposible iniciar una nueva vida allí; si acaso nutrirse a base de palomas y de algun arroyo que naciera entre las ciclónicas piedras con que está levantado el castillo, construïdo por seres antiguos siglos atrás, reconvertido en cumbre del comercio y prosperidad décadas después, y condenado a una decadencia sorda desde que la Reina decidió replegar el puente que lo conectaba con el mundo exterior cuando las primeras criaturas endemoniadas empezaron a nacer cada generación a lo largo de todo el país.
Delante esa puerta, los dos jóvenes se sienten por primera vez aliviados: el día es claro y la puerta desprende un reflejo eléctrico que confiere a la chica luz una divinidad equiparable a la luna, a un hada. Las sombras enviadas por su madre la Reina no parecen tener intención de aparecer por los alrededores: la luz de la puerta los ampara, y el día es un aliado más fuerte que antes.
El chico con cuernos mira a la chica luz, y ella le mira a él. No hablan el mismo idioma, pero han compartido el paso entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal. Una lucha entre el día y las sombras. El campo de batalla: un castillo que hasta la imaginación es incapaz de capturar en toda su plenitud. Piedra vacía de todo sentimiento y calidez, un cuenco de arcilla vacío moldeable por la luz y la oscuridad, ajeno al combate en que participa.

La puerta, sin embargo, está impregnada de luz, que se ha adueñado de la madera antigua, dotándola de voluntad propia. Los dos amigos miran hacia arriba. La puerta y el cielo se unen por encima de sus cabezas. Una brisa sopla, y ella se aparta los cabellos de la cara y sonríe al chico de los cuernos.




"Los primeros rumores sobre una posible conexión entre la Reina y la Maldición de los niños con cuernos empezaron a oirse por las aldeas cercanas al Archipiélago. Los más ancianos de cada aldea apuntaron que la Reina tomó el castillo, abandonado por los seres antiguos años atrás, no sólo por ser una potencia económica formidable, si no por su linaje, que se remontaba hasta la época del nacimiento de los Colosos y la vinculaba con los primeros dueños del castillo, fuesen quienes fuesen. Además, según decían algunos mercaderes, la Reina poseía poderes mágicos."




"Los hombres de las aldeas más cercanas partieron en busca de explicaciones sobre sus malas cosechas cuando emigrantes del este, liderados por Ahëq, gobernador de las tierras del Este y hermano menor de Quhan, guardián de la Tierra de los Colosos, con la misión de alertar a todo el reino sobre catástrofes que no se concibían desde los tiempos de los seres antiguos, [...] confirmaron los peores temores: todo indicaba que los Colosos habían sido derribados, según decían, por un guerrero de tez blanca de las gélidas Tierras del Norte."



La puerta, sin embargo, estaba impregnada de luz, que se ha adueñado de la madera sin vida dotándola de voluntad propia. Los dos amigos miran hacia arriba. La puerta y el cielo se unen por encima de sus cabezas. Una brisa sopla, y ella se aparta los cabellos de la cara y sonríe al chico con cuernos. Una voz susurrada acompaña la brisa en un idioma que sólo la chica luz entiende. La brisa se transforma en viento, y el Sol en nubes. El suelo se ennegrece y se transforma en un engrudo pantanoso y el jardín entero es una sombra. A los lados de los amigos, se abre un abismo. Una sombra aparece detrás suyo, cerrándoles la retirada. La chica luz la mira y le suplica en su idioma. Una voz, como un trueno que es avisado por un rayo cuyo sonido empieza por un susurro eléctrico y prosigue hasta convertirse en un ruido ensordecedor, suena en los oídos de él. Esta vez en el idioma del chico. "Los que no tenéis ninguna sombra en el corazón no podéis alcanzar la libertad". La chica luz lo mira, expectante. El chico con cuernos mira a la puerta, al abismo y a la sombra. La chica luz solloza, su piel no brilla como hace unos momentos. Él la mira a ella, y ella mira al abismo con la mirada baja, resignada. El chico con cuernos la coge de la mano, como tantas veces ha hecho, y mira a la sombra y la chica luz levanta la mirada hacia sus ojos. El chico con cuernos mira hacia la sombra, desafiante...




"Ahëq, gobernador de las tierras del Este, se levantó esa mañana mirando hacia el cielo. Rayos de luz conectaban la Tierra con el Cielo. Supo de immediato que Quhan, guardián de la Tierra de los Colosos y hermano suyo, a quien no veía desde hace más de diez años debido a sus obligaciones, que le exigían viajar por todo el Reino, se contrastaban con las suyas propias, las que exigían a un gobernador permanecer en sus Tierras, aparecería por su ciudad con alguna nueva que explicara los rayos de luz inmóviles que provenian del Este, y así pudiera acallar la inquietud de su pueblo que se habría de incubar durante las siguientes semanas. Pero quien apareció no fue su hermano Quhan, sino un campesino de la región de Alvhenaa, situada en las Tierras del Este, a dos semanas de su ciudad y a unos días de la Tierra de los Colosos, llevando consigo noticias preocupantemente inconclusas."



nota de A.W. Haunsenn
"Colegas cartógrafos, contribuyentes a este estudio, han deducido que, en la mitología que nos ocupa, "país" y "reino" son términos equivalentes, "Tierras" hace referencia a la unidad de terreno más grande después de éstas, "región" equivale a una menor, y por último, "ciudades" y "aldeas" significan lo mismo que puedan significar hoy día. La excepción a esta regla es "la Tierra de los Colosos", cuyo terreno no es más grande que el de una región, pero popularmente se nombró así ya que nadie vivo había estado en ella y por tanto se ignoraban sus dimensiones aproximadas, ni siquiera cuantos Colosos había [...]"




"Ahëq escribió de immediato todo que el campesino dijo porque sabía que las palabras habladas se difuminan con el tiempo, aunque fuera él la única persona de su ciudad que supiera el alfabeto del Reino y que pudiera interpretar sus escrituras después. Por ese mismo motivo, partió con tres hombres valientes a contar la funesta noticia sobre la posible caída de los Colosos por todos los rincones de el Reino donde los rayos de luz de las Tierras del Este no eran visibles."




"Lustros más tarde, Ahëq y sus hombres llegaron al Archipiélago, poblado de pieles más morenas, donde la prosperidad no se conseguía construyendo grandes ciudades sino con un rico comercio entre pueblos y aldeas que había ido descendiendo desde que la Reina vetó el acceso al castillo."




nota de A.W. Haunsenn

"Me parece lógico pensar que la Reina tal y como la conocían en el Archipiélago no era la reina de la región dado que Ahëq, en su sabiduría, no muestra signos de reconocerla. Por lo tanto, el nombre de "Reino" que se usa en el Archipiélago no proviene del estado político del lugar, que de hecho se basa en una anarquía de pueblos, sinó que se llama así por alguna monarquía anterior, quizá perteneciente al tiempo de los seres antiguos, de donde se rumoreaba que provenía el linaje de la Reina."




"Sus noticias tensaron a unos pueblos campesinos que ya de por sí estaban ofuscados por el abandonamiento de su "Reina" y la Maldición acaecida desde entonces, desencadenante de malas cosechas y enfermedades."




"[...] ninguno volvió. Las aldeas se iban quedando sin hombres. Uno que volvió, volvió como un niño asustadizo incapaz de dormir sin luz y aterrado por los espacios abiertos. Ahëq y sus hombres, emulando la tecnología de los habitantes del Archipiélago, basada en el mar, fabricaron una embarcación para entrar por debajo del castillo y obsequiar a la reina con una espada forjada por los seres antiguos."




"Cada generación, Ahëq y sus hombres se emmascaraban para llevarse a los recién nacidos con la Maldición de los cuernos de las aldeas a un lugar que nadie sabía. Sin embargo, según unas excavaciones [...]. Todo parece indicar que los niños con cuernos fueron enterrados vivos en el castillo durante generaciones. Si puedo confirmar esto, podré demostrar que la leyenda del chico de los cuernos y la chica luz tiene algo de verídico, y que la puerta gigante que unía el castillo con el exterior existe, y que yace, junto a ella, el abismo."





El chico con cuernos la coge de la mano, como tantas veces ha hecho, y mira a la sombra y la chica luz levanta la mirada hacia sus ojos. El chico con cuernos mira hacia la sombra, desafiante, donde, sin que la chica luz se de cuenta, se dibuja el rostro de la Reina, asintiendo con una sonrisa maliciosa.
"Los que no tenéis ninguna sombra en el corazón no podéis alcanzar la libertad".
La puerta hacia la libertad no tiene porqué estar hecha de luz. El grito de la chica deja de oirse tan pronto como desciende un par de metros por el abismo, un instante después de ser empujada por su compañero. El viento cesa, el día es soleado otra vez. La sombría sonrisa de la Reina es la última en desaparecer: "sombra eres y en sombra te convertirás".
La puerta se abre.








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lunes, noviembre 12, 2007

rancheras: capítulo 9

Acto seguido, disparó una carga sobre Duncan, que acertó de lleno en el brazo, tirándole al suelo. Carlos se vio desapuntado, cogió la guitarra que tenía a sus pies y se abalanzó sobre Duncan para dejarlo fuera de combate. Éste , intentó coger la pistola con la otra mano y dispararle, pero acertó a David. La guitarra cayó sobre el hombro de Duncan que quedaba intacto, soltó un grito y dejó caer el arma.
La guitarra chocó contra al suelo y se rompió. Duncan, sin darse por vencido, descargó una patada desde el suelo que dio en el diafragma de Carlos, dejándole sin respiración y retorciéndose por el suelo. La única en pie era Lorena, que lloraba desconsolada. Duncan se incorporó y chutó la pistola que se le había caído hacia el fondo del pasillo, donde Carlos, que parecía neutralizado, pudiera cogerla.
La guitarra rota causó una reacción en la pareja.
-¿Esta no era la guitarra del desgraciado este?
-¿Y la cocaína?- dijeron al unísono.
-No había cocaína -respondió primero Duncan. -Había el número de una pequeña cuenta corriente, para que tú y yo pudiéramos rehacer nuestra vida en Italia, junto con las joyas robadas de Roberto.
-Y meternos más en esta mierda de vida, ¿no? Sabes que yo jugué a criminales porque estaba enamorada de ti como una chiquilla... Pero ya estoy cansada, y me quise ir con el rubito, como tú le llamas. Y lo de la guitarra, te engañé -en sus palabras se notaba la furia. -Durante el apagón que causaste, cambié por tercera vez las guitarras: le dimos la guitarra de la supuesta droga al mariachi para que empezara a tocar, vino el apagón, la dejó sobre una silla y la volví a cambiar por la suya, que fue la que te llevaste. Yo vendía la mercancía de la buena y me iba a Francia yo sola, a empezar de nuevo una vida sin ti, pero el José este se la llevó por tu culpa.
Sonrió malévolamente, con los ojos rojos por el llanto y el maquillaje corrido.
-No entiendo. Aunque José se llevara la guitarra, podrías haberme entregado e irte con la recompensa. Ya sabes que en realidad no tengo a ningún poli como cliente. Te podrías haberte ido a Italia o a Francia, AUNQUE ACABARÍAS POR ARDER EN EL INFIERNO.
Duncan sacó un cuchillo de su gabardina y se lanzó contra ella. Ella disparó en el estómago. Duncan aminoró la marcha y se vino abajo justo en frente suyo, pero Lorena lo cogió en brazos, y se agachó junto a él. Estando los dos en el suelo, dijo:
-No te entregué porque creí que te quería.
Sacó la pistola de la barriga de Duncan y apuntó a su cabeza.
-¡NO! -consiguió chillar Carlos.
Ya era demasiado tarde. Ambos estaban muertos.
Se arrastró como pudo hasta David. Seguía vivo.
-Carlos -dijo susurrando. -Lo de que reconocí la guitarra que llevaste en la fiesta y la ficha de Duncan no es verdad... -Estaba sangrando mucho por uno de sus costados. - El día anterior, Diego... José, quiero decir... Me lo contó todo y dijo que no quería meternos en problemas y que antes prefería su muerte... Podría ser un criminal, un estafador o lo que diablos fuera... Pero era un buen amigo... Me dio esto. Dijo que si algo le sucedía, procuráramos de mantener a su familia... -Sacó una dirección de correo- Si consigues salir con vida de este fregadero -señaló la habitación circundante, con cuerpos y sangre- coge las joyas de Duncan y envíales una parte... La otra envíasela a la familia de mi jefe... que también es buena persona y me hizo caso cuando le advertí de Duncan... Se inventó el número de cuenta... -rió como pudo- El muy tonto no sabe cuantos números tiene una cuenta bancaria, le puso uno de más... -Tosió sangre.
-No sigas hablando... Te pondrás bien... Iremos los dos al entierro de nuestro Diego, y luego al de tu jefe, y cuando haya pasado un tiempo, nos harás reír a mí y a su familia con lo de la cuenta y... Y...
-No lo olvides...
Murió.

miércoles, octubre 10, 2007

rancheras: capítulo 8

Era David, con pistola en mano, que había entrado por el baño. Apuntaba a Lorena en la cabeza. Duncan a mí.
-Si das un paso en falso la mato.
-¿¿¿Por qué todo el mundo tiene pistola menos yo???
-Ésta es de Méjico. No me la pillaron en el control de frontera. La escondí MUY bien.
Los presentes hicieron cara de asco.
-¿Por dónde has entrado?
-Por la ventanilla del váter que da a la terraza. Oí conversaciones desde fuera y entré por ahí... Haz el favor la próxima vez de cerrar la tapa. Tengo la ropa mojada y maloliente.
Duncan intervino.
-Perdone, caballero, que le interrumpa, pero está hablando de groserías delante de mi novia, que por cierto, la tiene a punta de cañón.
Laura tenía la sangre muy fría. Su rostro parecía de piedra.
-Sí, es verdad, perdón. Ahora les contaré lo sucedido. Hace unos días, un hombre de negro, él, encargó a mi jefe una puesta a punto de su guitarra. Reconocí enseguida la guitarra que había visto en la fiesta, llevada por Carlos.
-¡No, mierda, no! ¡Más coincidencias no!
-¡A CALLAR!
Callaron.
-Le advertí a mi jefe -siguió David -de que que la llevara ese hombre era sospechoso, y que no se fiara de él. Así lo hizo, y me contó que alguna que otra vez tenía algún trapicheo con la mafia. Participaba en la compra-venta de guitarras robadas, antigüedades; ''piezas de museo'', como diría él. Pero esa vez, le habían encargado algo distinto. Se trataba de abrir una guitarra, extraer su contenido, y montarla de nuevo, a la perfección, con cuerdas nuevas. El contenido lo mandaría a Francia cuando el cliente, él, -señalando por segunda vez a Duncan -estuviera en Itàlia. Vengo de la tienda. Estaba en la sala contigua ordenando guitarras, mi jefe entró, cogió la guitarra, y no volvió en un rato largo. Salí para ver que sucedía y me lo encontré ahogado con una cuerda de guitarra, las que le habían encargado.
Era como un hermano mayor para mí. Busqué en los cajones de la estantería y vi una ficha con la foto y nombre del hombre de negro: Duncan, ¿no es así?
-Correcto.
-¿Por qué le has matado? -atacó la mujer. -Siempre estás matando, no habíamos acordado eso. ¿Por qué me lo haces?
A Lorena se le estaban empañando los ojos. Duncan soltó una carcajada. Lorena no entendía.
-¿Te acuerdas cuando me metiste los cuernos con ese rubito de Sants?
-Eso ya pasó hace tiempo, ¿a qué viene?
-Sé que le has estado viendo últimamente, y le he hecho una visita...
El pánico más absoluto inundó la cara de Lorena, que desorbitaba los ojos y respiraba muy fuerte.
-David... -dijo con un hilo de voz, al hombre que tenía detrás -¿dónde está la tienda en que trabajas?
David, que nunca fue muy listo, no entendía.
-En Vallespir. ¿Por?
Lorena cerró los ojos y grandes lágrimas brotaron de ellos. Era una imagen desalentadora.
-Cabrón.
Acto seguido, disparó una carga sobre Duncan...

miércoles, septiembre 26, 2007

rancheras: capítulo 7

-Pobrecillo... No te hizo caso, ¿verdad, cariño? ¿Te desobedeció? Que malo...
A Carlos se le venía el mundo abajo. Le parecía imposible que Diego fuera todo aquéllo. Su mejor amigo desde que se conocieron, hace cinco años, en el metro. Nunca le quiso contar su pasado, pero para nada eso.
-En un caso parecido se encuentra el padre de Laura. Tuvo problemas con la mafia de Méjico, y se vino aquí junto con José. José la lió mucho y por eso siempre ha ido de pobre con trabajos bastante descafeinados. Además no era muy listo. Pero Roberto era un cabecilla que siempre se mojaba lo menos posible. En una ocasión contrató a un matón para que matara al hermano de José, que estaba hasta el cuello de droga y deudas. De ahí que lo odie tanto.
Hay una regla de oro en todo este mundillo: no implicarse nunca emocionalmente, pero los latinos son muy viscerales, la incumplió y tuve que matarle.
Y siguiendo con Roberto, tampoco es el padre de Laura, pero tuvo que hacer ver que lo era, o lo entregábamos. Decía que su hija Laura volvía de sus estudios en Estados Unidos. Nos tenía que servir a ella y a mí para encubrir el robo de droga con tus huellas.
-O sea que no hay ni criadas heridas, ni su padre tiene alzheimer, ni usted entró antes para robar de más, usted no se llama Laura o no tiene el mismo apellido que su supuesto padre... Y las joyas siguen en su sitio, ¿no? ¿Tenían que hacerlo todo tan difícil?
-No, las joyas sí las robé. -Sonrió- Pero la guitarra es la buena.. Se llama Lorena García. Tú sí que sabes mentir mi amor -dijo dando un beso a Lorena sin apartar la pistola de mí-. Somos unos artistas. Y no era tan difícil. No lo hubiera sido si tú no hubieras ido a por tu estúpida guitarra y me hubieras visto saltar desde la cocina, ni si hubiera sabido que José y tú eráis íntimos amigos. En la fiesta no tuve tiempo de ver al resto de tu grupo.
-Por cierto, ¿qué le habías encargado? -preguntó, inocente, Lorena.
-Pues verás cariño, siento decírtelo, pero ya sabes lo poco que me fío de las mujeres, era sólo por si acaso, no te ofendas. Quería asegurarme de que no me mentías. Contraté a José para que robara la otra guitarra, disfrazado de invitado, además de la que robé yo, así no habría equivocación posible. No sabía que era el mismo que tú habías contratado para tocar en la banda de la fiesta. Cuando llamé y me dijo que no la tenía, creí que era porque la había cogido este maldito mariachi, y vine aquí a buscarla, con la dirección que me diste de este piso, que se la diste tú -miró a Carlos. -Vine aquí y me encontré al misterioso recadero haciendo la siesta, y deduje unas cuantas cosas, como que tú y él os conocíais.
Por el interior de Carlos pasaban todo tipo de sensaciones.
-El muy cerdo me mintió y se la había escondido -sacó la guitarra de debajo la cama. Pero ahora ya da igual, tengo la guitarra. Y ahí la tuya, puedes metértela por donde te quepa -Señaló la guitarra que estaba justo a mi lado, que me había pasado desapercibida. La observé fugazmente. No era la mía. No tenía la pequeña grieta en los trastes que solamente yo conocía. Alguno de los dos mentía al otro.
-No, no da igual -intervino Laura. -¿Pero cómo puedes ser tan cretino? Después de todo este tiempo... ¿¿Aún no te fías de mí??
-Todo el mundo quieto.

miércoles, septiembre 19, 2007

rancheras: capítulo 6

A los dos días, Duncan, con su interminable gabardina negra, entró en una tienda de guitarras.
-¿Lo tienes todo descifrado?-preguntó al vendedor, un treintañero.
-Sí. Te lo mandaré cuando llegues a Itàlia. Ya sabes, por seguridad.
-Entendido. No me falles. Te pagaré desde allí la otra mitad. ¿Le has puesto las cuerdas a la guitarra?
-También, aunque no entiendo para qué las quieres, son demasiado gruesas... Voy a buscarla.
Fue a una sala contigua, y en breves instantes volvió con la guitarra de Carlos en las manos.
-Verás, querido amigo, las quiero por seguridad, ya sabes.


Pasó lo que quedaba de semana.
-¿Se te ha ocurrido algo?-dijo al fin Laura, en la estación de metro de Sarriá.
-No exactamente. Se me ocurre que he de devolverte los trajes de la fiesta, que con tanto lío se nos olvidó. Los tengo en casa.
-¿Me estás invitando?
-No veo porqué no -bromeó él.

Llegaron a Anglesola. Andaron hasta la puerta del apartamento.
-No te asustes si lo ves muy desordenado-avisó Carlos.
-Tranquilo, me he codeado con gente peor que tú y que Duncan.
Abrió la puerta. Reinaba el caos, pero no un caos cualquiera, uno causado a propósito. Laura profirió un taco.
-Cuando hablabas de desorden no creí que te refirieras a eso.
Se calló al ver la expresión de Carlos. Éste entró de puntillas, observando cada recoveco antes de dar un paso. Todo estaba patas abajo, tirado por los suelos o roto. Se notaba una atmósfera densa.
-Por aquí ha pasado Duncan. Estaría buscando la guitarra.
El silencio sepulcral que precedió la frase crispaba los nervios.
-Habrá pasado por aquí hará unas horas... o menos. David se fue a la tienda antes que yo, y Diego, si se ha levantado temprano, estará tocando en el metro.
-¿Y si se ha levantado tarde?
Las peores sospechas pasaron en décimas por la mente de ambos. A Carlos se le aceleró el pulso, contuvo la respiración y corrió rápidamente hacia el dormitorio. Allí estaba tendido Diego, con la cara roja y la boca abierta, mirando al vacío. A su lado, Duncan.
-¡Duncan! -exclamó Laura.
A Carlos le hervía la sangre venas. Se habían atrevido a matar a su mejor amigo. No lo perdonaría fácilmente.
-Os esperaba.
Su voz sonaba burleta y sus ojos destellaban con luz propia. Sacó una pistola de la gabardina y les apuntó.
-Tú... -empezó Carlos -has matado a Diego.
Tenía los puños cerrados y la rabia contenida, mirando al suelo.
-Lo pagarás caro.
-¿Diego? Bonito nombre.
Laura dio un paso adelante.
-¡Joder, siempre complicas las cosas! Habíamos quedado en no matar a nadie. ¿Por qué me haces esto?
-Lo siento, mi amor, pero José estaba complicando las cosas.
-¿José, Laura, Duncan? ¿¿¿ Mi amor??? ¡¿Qué es lo que sucede?!
-Cállate, imbécil. -Duncan apuntó solamente a él. Estaban a unos tres metros. -Tu amigo no se llama Diego, se llama José. En Méjico tenía asuntos con la mafia del país. Le estaban a punto de coger, así que tuvo que venir a España. Abandonó allí a sus padres. Eran unos fracasados que vivían en Méjico DF sin llegar a fin de mes. José se tenía asuntos bastante feos con los que mantenerlos. Cuando vino aquí, se hizo el recadero de la mafia de Barcelona. Ya sabes, lleva esto allí, dile esto a aquél...
Se hacían encargos a ciegas: sin verlo, siempre con contacto telefónico. Nunca decía su nombre, era un peón. Sólo yo sabía quien era. Nosotros le prometíamos que enviaríamos dinero a su familia.
Laura se alejó unos pasos de Carlos y se puso junto a Duncan. Sacó una pistola de las medias y apuntó al desorientado mejicano.

viernes, septiembre 14, 2007

rancheras: capítulo 5

-Yo había colocado un matón de seguridad en la habitación de mi padre un pelín antes de las doce, por si Duncan pensaba llevarse algo junto a la guitarra. Pero el muy traidor ha llegado hora y media antes, causando un apagón, como para burlarse de mí, y se ha llevado las joyas de mi madre, que en paz descanse. Pero aún no habíamos tenido tiempo de dar el segundo cambiazo, y el muy cafre se ha llevado la tuya.
-Pero si Duncan se ha equivocado, y ha cogido la mía que no contiene droga, no tengo porqué ayudarla, señorita.
-En primer lugar, Duncan sólo tiene que conseguir un poco de droga, meterla dentro tu guitarra y decir que ha sido obra tuya. La conseguirá prestando sus servicios. Se le puede pagar de casi todas maneras.
Aquella explicación no sonaba muy consistente.
-Y en segundo lugar, si me ayuda, le pago el triple de lo acordado -aquéllo sonaba mucho mejor.- Por supuesto, no debe contarle nada a nadie, ni a tus amigos, que se llaman...
-David y Diego.
-¿Y tú?
-Carlos.
-Bueno, pues encantada.
Por el tono parecía sarcástico. Entretanto, un grupito de pijos había entrado en el bar, con cara de ''¿que hace una tía como ésta con un tipo como éste?''.
-¿Pagamos y nos vamos? -preguntó precipitadamente, por si seguir en ese bar más rato constituïa una amenaza para con su persona.
-Me parece perfecto -dijo ella.

Ya en la calle:
-Entonces la guitarra de la droga sigue en tu casa.
-Sí, pero será mejor que no la saquemos de ahí por el momento. Por cierto, ¿dónde vives?
-Calle Anglesola, 32. Yo, David y Diego vivimos juntos.
-Ya se habrá acabado la fiesta. Ve a tu casa. ¿Tienes mi teléfono? Sí, ¿verdad? Pues llámame sin falta. La semana que viene, a ver si consigo saber algo más de Duncan. Yo me voy. Adiós.

Carlos llegó a su piso para la hora de cenar.
-Hola, ¿qué tal la fiesta?
-Pésima. Esta gente no tiene sentido de la música.
-La cena ya está en la mesa -dijo como saludo Diego.
Tuvieron una cena ligera y se acostaron temprano.
Justo antes de dormirse, Diego le dijo:
-Vas a volver a quedar con esa mujer, ¿verdad? Con Laura, digo. Ve con cuidado...

miércoles, mayo 23, 2007

rancheras: capítulo 4

-¿Te puedo tutear?
-¿Eh? Sí, sí... Claro.
-Pues bien. El hombre que usted ha visto se llama Duncan. Es un criminal a sueldo. Ladrón, matón, asesino, y más categorías de las que se puedan estudiar en Criminalismo. Lo hace todo a la perfección. Se vende al mejor postor, que en esta ciudad son muchos. Sé todos sus trapicheos con la alta sociedad. Te habrás fijado en lo pequeña que era mi fiesta - ''¿¡pequeña?!'' pensó Carlos. -Pues bien, no he invitado a quienes solicitan sus servicios. Pueden ser peligrosos.
Bebió coca cola.
-Le mandé un trabajo para mí. Robar en mi propia casa. Mi padre lleva parte de un mercado negro de cocaína. Dentro de la guitarra que a usted le dí, había bolsas de la droga, pegadas a las paredes interiores. Por desgracia, mi padre sufre de alzheimer, y cree que se ha hecho rico honestamente. No recuerda ningún asunto fuera de la ley. Por eso la última carga de cocaína decidí que la vendiera Duncan a nuestro habitual, pero está claro que está sobrevalorado y se ha equivocado: ha robado la suya. Le pedí que robara sólo la guitarra con la cocaína dentro, pero creí que no era trigo limpio y tomé precauciones.
Si Duncan no vendía la guitarra y me pasaba el dinero de la venta tal y como habíamos quedado, y la entregaba, pongamos por caso, a la policía, chivándose de mi padre, le caía la perpetua, pobrecillo.
-Pero a Duncan también. No puede entrar en una comisaria y decir ''¡Hola! Traigo un cargamento de cocaína, ¿dónde lo dejo?''. Sospecharían.
-No te das cuenta del poder de ese hombre. El jefe de policía es cliente suyo, y lo usa con frecuencia, la verdad. Elimina a todos los criminales que le son molestos, aparentando ''una pelea entre bandas callejeras'', como dicen los periódicos.
Una vez cerrado el trato, os llamé a vosotros por si acaso. Me ibais a servir para salvar a mi padre.
-No entiendo.
-Sí. Duncan tenía que venir a las doce a mi casa, entrando por la terraza, que procuré dejársela vacía de sirvientes. Por ella se puede entrar al trastero o a la habitación de mi padre. La guitarra que debía robar estaba en tal trastero. Tu grupo y tú llegabais dos horas antes, te dábamos la guitarra de la cocaína, la manchabas con tus huellas dactilares desde las diez y media, y a las once y media, te la quitábamos y la devolvíamos al desván, donde media hora después Duncan se la llevaba. Así, si intentaba delatar a mi padre, sería usted a por quien iría la policía.
De repente, la mujer que minutos antes había llorado como una niña, le parecía a Carlos un criadero de problemas y malas intenciones, por mucho que quisiera ayudar a su padre. Le parecía obvio que había fingido para mostrarse frágil.